El termostato es el que se encarga de mantener una temperatura de motor adecuada y constante, pues éste necesita trabajar a temperatura del refrigerante de 90° C aproximadamente. Esta pieza se encuentra montada en los conductos del refrigerante y regula el flujo de este líquido al radiador para mantener la temperatura óptima.
Esta parte del motor es una válvula metálica con un resorte que al calentarse con el refrigerante, se abre para dejar pasar flujo de este líquido al radiador.
Tiene en su parte exterior la temperatura a la que se abre y en caso de cambiarse, deberás reemplazarlo por uno que funcione a la misma temperatura.
Las fallas que comúnmente ocurren es que el termostato se quede cerrado y eleve la temperatura del motor. Aquí no habría flujo hacia el radiador y podría recalentar el motor hasta fundirlo.
También puede pasar que se quede cerrado y baje la temperatura. El motor se enfriará hasta desgastarse por fricción y el sensor de temperatura inyectará más combustible para compensarlo. Solo elevarás las emisiones contaminantes y disminuirá el rendimiento de la gasolina.
Una vez que tu auto esté a temperatura normal de operación, comprueba si la posición del indicador varía en función de las condiciones de conducción. Si la temperatura baja cuando estás acelerando o a velocidad normal, pero aumenta cuando estás en un tramo de tráfico, el termostato probablemente esté defectuoso. Si la temperatura sube, el termostato probablemente esté cerrado o parcialmente abierto. ¡Corre con tu mecánico!
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